miércoles, 11 de agosto de 2010

Pasta

No estoy ni aquí ni allá donde estás tú. Nada tiene sentido cuando haces lo que no quieres. Pero hace frío, frío, frío, y quiero ser una salamandra de chocolate. Y derretirme como los chocolates baratos, que son inmutables ¡Yo también quiero bañarme sobre la parra! pero los pilares de la parra se cayeran con el terremoto. También la plancha de metal agarrada del naranjo se va a caer y le va a cortar la cabeza a todos los del gobierno. Si pasa aquí, pasa en todos lados. Y en el mismo momento. ¿Cuántas variables tiene un suceso? ¿Cuántos son sus valores posibles? ¿El big bang es una semilla? Si todo cupo en una cuchara, por qué tú no cabes en una también, para comerte? Ah, es que eres de chocolate amargo, chocolate bacán, del que se derrite de verdad, del de los submarinos de Mendoza. Mendoza tan solita. Solita como un cubo de hielo. Como un marciano de detergente, abrasivo. Marciano verde y morado. Mermelada, mermelada que se me cayó del pan, y fue a parar más alla, mucho más allá.

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